Con cada nudo que atas, en el alma, otro que desatas

Como ya sabrás, el lema de Lalocadelacasa relacionado con el ganchillo o tejer, es este que habla de los nudos del tejido y el alma:

«Con cada nudo que atas, en el alma, otro que desatas»

Esta frase es muy importante para mí, desde el mismo día en que mis manos engancharon el ganchillo, tejer ha sido mi refugio, mi medicina, mi terapia, mi diversión, mi meditación, mi fuente inagotable de creatividad, alegría e ilusión.

Y esto no es algo que me ocurre sólo a mí, está demostrado que tejer tiene numerosos beneficios para nuestra salud física y mental. Si te interesa el tema, te recomiendo estos dos libros:

– Tejiendo salud: Crea una mente flexible y ayuda mantener tu bienestar. Betsan Corkhill

– Zen and the art of knitting: Exploring the links between knitting, spirituality, and creativity. Bernadette Murphy

Hoy no he venido a convencerte de los maravillosos beneficios del crochet, sino a compartir contigo cómo hago yo cuando quiero sanar una herida, cuando estoy estresada y deseo parar, regresar al presente, o me siento desmotivada y busco un reto que me de un empujón hacia arriba.

Todo esto que te voy a contar es sólo mi experiencia, es la forma en que utilizo el ganchillo para mi bienestar, de forma terapéutica, tratando de responder a mis necesidades según el momento en el que me encuentro.

Sanando mi herida.

Cuando algo doloroso ha ocurrido en nuestra vida o cuando estamos atravesando un momento difícil, debemos saber que activamente podemos contribuir a sanar ese dolor, recibirlo, escucharlo, sentirlo y acompañarlo a la salida.

Yo no soy terapeuta ni pretendo serlo, pero puedo afirmar que, tras un buen rato de «ganchilleo» las penas se atenúan, se acercan la calma y el bienestar, e incluso se abren espacios a la reflexión.

Aterrizando esto a la práctica, te cuento que en mi última crisis o golpe fuerte, elegí una manta. Sabía que aquello iba a tardar en sanar así que compré 10 ovillos de una lana muy bonita y calentita y verbalicé: esta es mi manta de sanar, me permito el tiempo de tejer estos ovillos para llorar, entristecerme, enfadarme, sentir todo este nudo y al finalizar, soltarlo todo.

Elegí una manta porque es un proyecto cuadrado, con una estructura granny, sólo con puntos altos, sin mucha matemática, que no me pedía estar atenta a la cantidad de puntos y me permitía tejer prestando más atención a mi sentir, a mi cuerpo y a lo que ocurría en mi interior.

Pasaron meses tejiendo y tejiendo, un ovillo tras otro, (por supuesto, acompañé las sesiones de tejer con trabajo personal, terapia y mucho autocuidado, no estamos hablando de milagros), y finalmente, terminé mi manta. Una manta grande, cálida y preciosa.

La sensación que tuve al verla finalizada fue liberadora, como si todo mi dolor hubiera salido de mí, a través de mis manos, y se hubiera transformado en algo bonito, suave y calentito. Fue el cierre de esa etapa. Esa manta sigue ahí, en mi sofá, y me recuerda lo sanado y todo lo que aprendí en ese tiempo. Tenerla ahí y mirarla con atención, de vez en cuando, también me hace bien.

Estrés y evasión.

Desafortunadamente, en estos tiempos, nuestra forma de vida, los trabajos, las responsabilidades familiares, y las prisas, suelen llevarnos con mucha frecuencia al estrés, al estado de movimiento continuo, casi como si estuvieramos huyendo de nuestro presente o de nosotros o nosotras mismas.

A veces, lo más importante, es darnos cuenta. A mí me pasa con frecuencia, que me encuentro de nuevo en una carrera, y cuando me doy cuenta, le doy al pause, trato de hacerme consciente y busco, aunque sea robándole un ratito al sueño, un espacio para tejer.

En este caso, elegiré un proyecto sencillo y no muy largo de hacer, una cesta, un gorrito, un coletero, una carterita o estuche… En este caso sí que tendré que mantener algo más de atención en el proyecto, ejercicio que me obligará a poner el freno, centrarme en el presente y traer la mente al aquí y ahora, pero sin grandes complicaciones, para que todo fluya sin esfuerzo.

Así de sencillo, dedicarle un ratito al día a esto, marcará la diferencia, te lo aseguro.

Desmotivada, necesito un empujón.

Cuando la rutina nos atrapa y nos sentimos sumergidas, sumergidos en el «día de la marmota», podemos sentir cierta desmotivación y apatía. Cuando así sea, es el momento de ponernos un reto y entregarnos a él.

En mi caso, amante de los desafíos, cuando me siento así, elijo un proyecto difícil, que requiera un proceso elaborado y meditado desde la elección del material y la aguja, hasta las medidas y forma de la prenda, el motivo o puntada, el diseño… Procuro siempre que sea un objetivo alcanzable, claro, seamos realistas, pero que sea algo nuevo, estimulante, que sea para alguien especial o para ti, tu «alguien más especial».

Partiendo de ahí, comienza el disfrutar de cada paso. En este proceso creativo, tendremos que hacer y deshacer, redireccionar, investigar, pensar, calcular, y ponerle mucho amor y atención al camino. Cuando te des cuenta, tendrás una maravilla en tus manos, creada por ti, desde tu corazón hasta el exterior, a través de tus manos. Y lo que sentirás en ese momento, sólo podrás entenderlo cuando lo experimentes, pero para que te hagas una idea, sentirás plenitud, amor hacia ti misma, hacia ti mismo, satisfacción, alegría, ilusión, sentirás poder del bueno y mucho más. ¿A qué esperas?

Muchas gracias por estar ahí.

¡No te olvides de poner a “La loca de la casa”, la imaginación, a jugar!

Que tengas un maravilloso día,

Oihana
Lalocadelacasa